El síndrome W - Crónica de una autoexclusión

La profesión médica parecería poseer poderes magnéticos. No solo porque anualmente atrae grandes cantidades a sus filas, sino fundamentalmente por su capacidad para repeler a sujetos dueños de una personalidad atrayente. En otros tiempos, cuando el Gobierno sostenía una educación pública fuerte, era capaz de repeler a un joven tenaz con el impulso suficiente como para atravezar toda América en plan libertario.
Luego, la gran mayoría de médicos tenaces eyectados del ejercicio médico solo sintieron un impulso moderado, que los condujo a hacer respetables ridiculeces en televisión, negocios inlimpios con profanadores sirios, o bien al ejercicio de cargos públicos.
Uno de esos funcionarillos cuyo nombre no reproduciré, aunque sea de público conocimiento, por respeto a su familia y falta de experiencia en cualesquiera placeres morbosos, ha merecido la presente publicación con el sólo objeto de aclarar uno o dos misterios.

Hacia fines de la década primera de este siglo, su nombre se vió asociado a un plan de la Autónoma para hacer desaparecer los neuropsiquiátricos de la ciudad, con el objetivo de concretar grandes negocios inmobiliarios. Por ese tiempo, y aún a precio de su completo desprestigio, este médico defendió el proyecto públicamente. Mantuvo controversias frente a cámaras de televisión, en las cuales la magnífica labor de edición le garantizaba una victoria en cada emisión. Aún este mismo periódico publicó una nota en la que el médico declaraba algo nervioso al ser presionado por el entrevistador (* véase nota al pie del artículo):
"Más adelante habrá tiempo para pensar en dónde se atenderán las patologías de los locos (sic). Ahora nos urge la necesidad de desalojar estos monstruos medievales para cumplir con las recomendaciones de la Organización Inmobiliaria para la Salud (sic). Los medios quieren crear la sensación de que solo nos importa la gente pero le vamos a demostrar lo contrario (sic). Venimos trabajando junto a Mauricio en la construcción (sic) de la ciudad que queremos. Nuestro lema es 'Haciendo Buenos Aires' porque estamos convencidos de que antes de nosotros no hubo nada (sic) y si cuando nos vamos dejamos algo, esa ya es un milagro." (¡sic!)
Este nefasto personaje ha atraído nuevamente la atención de la prensa por haber sido nebulosamente vinculado a un episodio ocurrido el sábado próximo pasado.
Aproximadamente a medianoche, un joven se comunicó telefónicamente con la estación de bomberos informando que había visto por lo que en otro tiempo fuera el barrio de Palermo a un chimpance disfrazado de maestro corriendo , y saltando por lo árboles.
El simio no fue hallado. Si embargo, causó cierta alarma al día siguiente la publicación de una nota acerca de un robo extraño perpetrado aproximadamente a la misma hora. Una anciana del barrio de Boedo reportó haber visto al primate, afirmando además que el mismo le había sustraído una bolsa de cemento del patio de su casa.
Dos extraños sucesos más completaron esa noche el críptico capítulo de las publicaciones dominicales sembrando el desconcierto por doquier. Al cierre de las ediciones la policía informó, para maravilla de muchos, que aquel viejo y olvidado funcionario estaba detrás de estas malígnas señales. Eso es todo lo que se supo hasta hoy.
El martes por la tarde, en un enorme esfuerzo de investigación, logramos desde esta publicación dar con el paradero del sujeto. Entonces corrí a entrevistarlo; es decir, volé, pues tuve que trasladare a Comodoro Rivadavia.
Ahorraré al lector el relato de los dos primeros episodios por boca del protagonista. Bastará con el resto y con la previa aclaración de que el anciano médico padece del vulgarmente conocido como Síndrome Winchester. Se trata de una compleja patología alucinatoria en cuya etiología incide de manera decisiva la culpa acumulada debido a la prolongada exhibición de una falta de escrúpulos fuera de lo común. Se la conoce con ese nombre en memoria de Sara W., a quien enloquecieron los fantasmas de nativos americanos a los cuales su apellido había contribuido a exterminar.

El relato sin censuras:

"No se vaya. Se lo suplico. Prefiero estar con un periodista antes que con ellos. Yo... este... ¡ah! Luego del cemento discutí con ellos. Les expliqué que yo no sabía construir. Que a lo sumo podía firmar un proyecto pero los espíritus de esos locos no me dejaban en paz...¡malditos!
Prendí un cigarro, y entonces oí que alguien se reía y se juntó mucha gente alrededor. Los loc... ellos me obligaron a caminar imitando a un gorila, no, eso ya se lo conté, pero es que por mi aspecto y en la oscuridad de la noche, algunos me tomaron por un mono auténtico ¡Tontos! Pensaron que yo era auténtico... (un sólo sic). Y al verme fumar se rieron con ganas, y la mayoría eran turistas porque eran las tres de la mañana y estaba en Plaza Congreso. Me enojé enton..., me enojé con los lo... con ellos, - ¡Dejen de avergonzarme! grité y todos se callaron. Y cuando me paré y vieron mi cara, habrán pensado que era un pobre, porque se asustaron mucho y se fueron enseguida. Excepto por una pareja italiana que al verme exclamaron ¡Un mono que fuma y habla! Llamaron a Crónica y yo me apuré a desaparecer de ahí.
Desesperado, me dirigí a mi última esperanza. Fui a los pies del monumento a Juan de Garay. Supe que él comprendería. Había tenido menos escrúpulos que yo. Le rogué a grito pelado que atravesara con su espada a los... locos, ¡locos!,que me persiguen día y noche para hacer justicia sobre mí. No me respondía, pero yo oía sus voces, cada vez más perturbadoras.
Se congregó un cierto número de expectadores y comencé a pedirle a Don Juan que me matara a mí.
En eso estaba cuando llegó una ambulancia. En una noche había escapado de los bomberos, la policía y la televisión para caer en las garras de unos enfermeros, ¡maldita medicina! Esos me llevaron a un hospital unas horas e informaron que yo era un predicador callejero, un mendigo histérico que intentaba convertir a un monumento histórico.
Todavía siento las burlas de mis perseguidores, es desesperante.... Luego de robar, haber alterado el orden y actuado como un animal salvaje, me detuvieron unos médicos por considerarme demasiado religioso, y oirme hablar de confesiones y autosacrificio. Estoy avergonzado... No se cuanto tiempo pueda tolerar esto... Usted me entiende.."
El desdichado exfuncionario fue posteriormente trasladado a Cómodoro Rivadavia -dónde dio esta entrevista exclusiva- de acuerdo al sistema de exilio de personas con sufrimientos psíquicos que el mismo impusiera en la Autónoma.
* Al parecer, el periodista era un muchacho muy joven, y no comprendió la decisión del entonces editor de despedirlo debido a que "el empleo excesivo de SICS resulta grosero y exhibe un pésimo gusto".

7 comentarios:

Anónimo dijo...

la frase primera es magnifica espren a que termine de leerlo

Anónimo dijo...

ya termine. es, huelga/uelga/vuelga/elga(?) decir, realmente muy bueno. Un manejo eficaz del relato sirniendolo cual sastre a los distintos tics del cuento, permite leer como me gusta: que las palabras, las frases y los parrafos se precipiten con la velocidad de una cascada, ese vertigo de correr por una pendiente sabiendo que la unica forma de detenerse es chocando contra el piso.
posd: cara complicada, digo, para que lo confundan con un mono.

Anónimo dijo...

¿Que te puedo decir...? Me gusta capacidad de hilar temas, personajes y momentos dispares para producir una narración coherente. Me gusta el aporte anecdotario de la Sra. Winchester, de las declaraciones del infortunado funcionario y el desliz sobre Garay. Me gusta la comparación de la "profesión" médica (Entre comillas para diferenciarlo de la ciencia médica y acaso, de la práctica médica)con un imán.
Por otro lado no me termina de cerrar lo tortuoso que resulta el relato, no sigue una línea clara (cambia de narrador, de tiempo, va y viene), lo cual no quiere decir que no sea bueno simplemente que prefiero los relatos más fluidos. Para la próxima, tu humilde servidor pide un relato con la simpleza de un charco y la profundidad de un océano (es posible?).
Lástima que se aclara que el periodista es joven sino me hubiera atrevido a pensar que se trataba de Nimo (por los sic sic)

Anónimo dijo...

¿Que insinua querido?

Dos Bulodos dijo...

Esto es realismo magico??
No... es realismo puro!.
Una esperanza...

Anónimo dijo...

Tanto los monos como los humanos pueden satisfacer sus placeres y procurarse vicios pero la diferencia es que los simios saben dejarlos.

Anónimo dijo...

no es cierto, mi mono aun no larga el faso y yo ya lo deje. Ademas nos conocimos fumando asi que arrancamos al mismo tiempo y el estubo internado por snifar mertiolate y aun sigue haciendolo a escondidas.